El Amor Incondicional de Mamá
El amor es algo que se siente y que es difícil de expresar. El amor es algo que cuando le dedicas tiempo florece y se reparte entre los demás, se expande. El amor aporta tranquilidad, serenidad, alegría, energía vital, felicidad,… y un sinfín de emociones que te hacen sentirte muy seguro en este mundo.
Todo lo contrario del amor es el temor, el miedo, que te lleva a sentirte inseguro, a hacerte daño a ti y a los demás, a la tristeza, a la angustia, a la envidia, a los complejos, celos,…. A un terreno donde si te encuentras es muy difícil vivir una vida plena. Es complejo estar al borde del miedo y no caer en él y dejarte llevar, pero para ello siempre hay que acordarse del amor y volver a focalizarse en él.
Para mi es lo que se siente cuando viene al mundo un bebé deseado y su madre lo coge entre sus brazos, cuando esa mami que acaba de pasar un trauma físico elevado se olvida de todo y siente una gran emoción interior que le llena de luz y energía vital. Es ese amor que cada día de los siguientes días, aunque la madre no pueda más cuando mira la carita de su recién nacido no piensa más que en el amor que siente hacia él. Y así ese bebé va creciendo y la madre le sigue ofreciendo todo lo que necesita, y con cada nueva sonrisa parece que el mundo se para a sus pies, así como con sus primeros pasos y sus primeras palabras.
Pero ¿qué ocurre cuando ese bebé va creciendo? Le vamos exigiendo más y más y parece que se nos olvida que se merecen el amor incondicional cada día, cada noche, cada pataleta, cada pelea… Criar a un hijo no es tarea fácil, pero criar a un hijo desde el amor sí que lo es.
Cuando decidimos embarcarnos en la opción de pedir a la cigüeña un nuevo bebé, tenemos que estar seguros de nuestra decisión, porque un hijo es para toda la vida, con sus cosa buenas y sus cosas malas. Si hemos elegido traer a un niño al mundo es para amarle incondicionalmente toda la vida. Y es muy duro en muchas ocasiones, ya que a veces no nos ofrecen lo que nosotros esperamos de ellos. Pero a un hijo se le ha de perdonar todo, él nos puede entender a nosotros o no, pero él no nos eligió como padres, nosotros a él como hijo si, con todas las consecuencias.
Admiro a esas madres que nunca se quejan, que siempre reciben a sus hijos con una sonrisa y le siguen mimando y ofreciendo su amor incondicional hasta su muerte. Admiro esa generosidad de renunciar a parte de sus vidas por ellos sin decir nada, sólo por amor. Admiro a esas madres que son capaces de ponerse en la piel de sus hijos y comprender lo que les ocurre. Admiro a esas madres coraje que a veces no les queda más remedio que renunciar a estar con sus hijos.
Ser madre es la decisión más amorosa del mundo. Yo elegí ser madre para dar todo el amor del mundo. Y cada día que estoy cansada, agotada, sin tiempo para mis proyectos, para mi pareja, para mi, pienso que lo mejor del mundo son ellos, aunque a veces sea muy difícil lidiar con ellos y estés tremendamente nerviosa o alterada…. No es fácil, pero gracias a ellos he descubierto lo que es el amor incondicional.
De los hijos no se puede esperar nunca lo mismo, cada uno de nosotros tenemos un rol en la vida: las madres cuidan, aman, protegen y los hijos se dejan cuidar, amar y proteger. Cuando los hijos comienzan sin necesidad a cuidar de las madres y no es necesario, se están invirtiendo los papeles y eso no es lo natural, se rompen los roles y algo empieza a fallar.
Me encuentro cada día muchas personas con una gran falta de amor por sus padres. Eso hace que esa persona ni siquiera sepa amarse a si misma, nadie le enseñó. Y eso se hace muy duro. Esas madres que no supieron amar, normalmente no se sintieron amadas y lo proyectaron hacia sus hijos y así generación tras generación. En ese caso hay que atajar esa falta de amor y comenzar a enseñar a amarse a uno mismo para poder ofrecer todo el amor hacia los demás sin miedos, sin inseguridades, sin pudor, sin celos,…. No es tarea fácil, pero si es una tarea preciosa, ya que vas viendo como el amor florece como un capullo en el corazón de cada persona.
Imagínate tu corazón y en él visualiza la imagen de ti de recién nacido y dale todo tu amor incondicional, dile gracias por existir. Y esto repítelo cada día de tu vida. Puedes no haber sentido el amor incondicional de tu madre, pero puedes comenzar a aprender a amarte a ti mismo incondicionalmente y así podrás dar todo ese amor a los demás, de manera incondicional.
Este artículo se lo dedico a todas las madres que están toda su vida demostrando el amor incondicional que sienten por sus hijos. A todas ellas. Pero especialmente se lo dedico a todas las madres que no supieron sentir o expresar este amor incondicional.
Sonia Navajo
Fundadora de Crea-t
www.crea-t.eu
Las Rozas (Madrid)
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